Foto de una niño llorando

La disculpa tiene una gran importancia no solo en nuestra cultura, sino también muchas otras del mundo. Cuando un adulto se siente agraviado, se ha demostrado que las disculpas ayudan de diversas maneras: pueden reducir las represalias, generar perdón y empatía y ayudar a reparar la confianza rota. Además, las disculpas sinceras producen un efecto fisiológico: reducir la presión arterial más rápidamente, especialmente entre los que son propensos a permanecer largo tiempo enojados.

Por todos estos beneficios, es importante educar a los niños para que puedan disculparse de manera honesta y sincera. Y hacerlo no pasa por darles discursos moralizantes, sino por impulsarles a practicar la disculpa cuando sea necesario y apropiado hacerlo.

Los niños entienden qué significa una disculpa

Foto de una niño

No hace mucho, se hizo popular una recomendación en contra de pedirle a los niños que se disculpen. Sin embargo, según Craig Smith, de la Universidad de Michigan, esta se basaba en una noción equivocada: la de que los niños pequeños tienen un entendimiento social limitado.

Existen diversos estudios acerca de cómo entienden los niños las disculpas y del impacto que tienen en ellos. Por ejemplo, uno de ellos señala que los niños comprenden sus implicaciones emocionales (PDF), entendiendo, por ejemplo, que una disculpa puede mejorar los sentimientos de alguien que está molesto y que pedir disculpas es más agradable y deseable como compañeros para la interacción y la cooperación (PDF).

A pesar de los estudios, el artículo mencionado antes evidencia que hay diferentes posturas acerca de este tema, aunque según una investigación en la que participó el mismo Smith, la mayoría de padres consideran que es positivo para sus hijos aprender y acostumbrarse a disculparse. De hecho, los mismos niños comparten esta opinión.

Si no lo siente, que no lo haga. Pero hay que prepararlo para que lo sienta

Foto de un niño con las manos en la cara

Dicho todo esto, la pregunta cae por su propio peso: ¿hay formas más y menos efectivas de impulsar a un niño a disculparse? Según explica Craig Smith, sí, las hay. Y lo ha comprobado por medio de un estudio que, al escribir estas líneas, todavía está revisión.

Lo que hay que tener en cuenta, dice Smith, es si el niño ofrecerá o no la disculpa de buena gana y con sinceridad. En el estudio, les pidieron a niños de 4 y 9 años de edad que evaluaran dos tipos de disculpas, las cuales fueron ambas incitadas por un adulto. Una disculpa era entregada voluntariamente y la otra tras coerción adicional por parte del adulto (el clásico «Pídele perdón»).

El estudio como resultado que el 90% de los niños percibieron que quien recibía la disculpa incitada «de buena gana» se sentía mejor, mientras que solo el 22% percibieron lo mismo después de una disculpa coaccionada.

Por lo tanto, Smith dice que parece importante abstenerse de presionar al niño para que se disculpe cuando no está preparado o simplemente no siente remordimiento. La mayoría de los niños pequeños no ven las disculpas coaccionadas como eficaces.

En tales casos, las intervenciones dirigidas a calmar al niño, incrementar la empatía y hacer enmiendas pueden ser más constructivas que presionarlo a que se disculpe, especialmente si manifiesta resistencia a ello.

La repetición tiene sentido

Por último, Smith comenta que, frente a los argumentos de que las disculpas no son más que palabras vacías que los niños pequeños repiten como loros, vale la pena señalar que tenemos muchos rituales que implican intercambios verbales más bien programados, como cuando dos personas enamoradas dicen «sí» en una boda o en una ceremonia de compromiso.

Así como estas palabras tienen un profundo significado cultural y personal, así también lo tienen otras expresiones verbales que son muy valoradas culturalmente, como las palabras que forman una disculpa. Enseñar reflexivamente a los niños pequeños acerca de las disculpas es un aspecto de enseñarles a ser miembros atentos y respetados de sus comunidades.