En pequeñas cantidades, el aceite vegetal es sano ya que contiene grasas que son esenciales para nuestra dieta. Pero nuestro consumo de este tipo de aceite se ha incrementado considerablemente desde 1960 y los efectos en nuestra salud de la ingestión en grandes cantidades ha despertado un debate científico.

En lo que parecen coincidir todos los investigadores es en que los aceites vegetales como los de girasol, cártamo, maíz, algodón y soja son ricos en un tipo de grasa conocida como ácido linoleico, el cual puede ayudar a disminuir el denominado colesterol «malo» cuando es usado en la dieta para reemplazar las grasas saturadas, las cuales provienen principalmente de fuentes animales.

Según Alice H. Lichtenstein, profesora de Ciencias y Políticas de Nutrición de Gershoff y directora y científica del Laboratorio de Nutrición Cardiovascular de la Universidad Tufts, «Una cantidad abrumadora de datos apoya el uso de aceite vegetal en lugar de la grasa animal». Pero lo que parece estar menos claro es si el consumo de aceites vegetales mejora la salud en general.

Daisy Zamora, epidemióloga de la Universidad de Carolina del Norte, explicó que todavía no se sabe si el reemplazo de grasas saturadas por aceites vegetales ricos en ácido linoleico, más allá de reducir el colesterol «malo» realmente mejora la salud del corazón: su metaanálisis de ensayos clínicos aleatorios sobre el tema, publicado en el British Medical Journal, concluyó que esto no se traduce necesariamente en una disminución de muertes por enfermedad cardiaca. Además, Zamora también señaló que se desconocen las consecuencias de la ingesta relativamente alta de estos aceites.

Una parte más de una dieta equilibrada

La primera virtud de los aceites vegetales es que son ricos en ácidos grasos esenciales, específicamente en ácido linoleico y en ácido alfa-linolénico. Nuestro cuerpo necesita de estos ácidos pero no puede producirlos por sí mismo, por lo que tenemos que consumirlos de otras fuentes.

Ahora bien, la cantidad que se considera adecuada consumir es muy pequeña: solo 12 gramos de ácido linoleico por día para mujeres entre 19 y 50 años y 17 gramos para hombres en el mismo rango de edad. Además, esta cantidad disminuye ligeramente en edades superiores a los 51 años.

Ya que una cucharada de aceite de cártamo contiene 10 gramos de ácido linoleico, con ella ya se cubren la mitad de nuestras necesidades diarias. En el caso del aceite de soja, la misma cantidad tiene 7 gramos de este ácido. Y aunque dependerá del tipo de aceite, en base a estos datos se puede decir que con dos cucharadas (o cucharada y media) diarias ya estamos cubiertos. El problema es que los aceites son densos en calorías (una cucharada de aceite tiene 120 calorías), por lo que su uso excesivo dentro de nuestra dieta puede contribuir al aumento de peso y a la obesidad.

Por continuar con los riesgos, hay que tener en cuenta que, según varios investigadores, existen pruebas de que los aceites vegetales pueden ayudar a padecer aterosclerosis cuando estos han sido modificados químicamente en un proceso conocido como oxidación. Según Zamora, las personas que tienen una alta carga oxidativa por, por ejemplo, fumar o beber mucho, pueden ser más susceptibles a esto que aquellas con hábitos más saludables. Además, la oxidación del aceite también se produce cuando se usa repetidamente el mismo para cocinar, especialmente para freír.

Pero por otro lado, también hay que tener en mente que no todos los aceites vegetales se elaboran de la misma forma. Por ejemplo, el aceite de oliva es bajo en ácido linoleico y es fundamental en la dieta mediterránea, la cual ha sido asociada con efectos beneficiosos para la salud, incluyendo un riesgo reducido de mortalidad cardiovascular.

Teniendo todo esto en cuenta, se puede llegar a la conclusión de que no es necesario eliminar los aceites vegetales de nuestra dieta. Lo que hay que hacer es complementar su presencia con la de otros alimentos beneficiosos para el corazón como frutas, verduras, granos y pescado graso.

Fuente: CNN