Toda la verdad sobre la vitamina C

Normalmente, se espera encontrar vitamina C en las naranjas, toronjas, limones y limas, pero también se encuentra presente en las bayas, como las frutillas, las moras, los arándanos y las fresas. También la contienen la papaya, el kiwi, la piña, el melón, las ciruelas y la sandía. Se puede encontrar fácilmente varias fuentes de vitamina C  y su ingesta trae muchos beneficios.

El sistema inmunológico necesita vitamina C para funcionar adecuadamente. Sin embargo, tomar vitamina C extra no ayudará a prevenir un resfriado, a menos que la persona sea una atleta extremo, o viva en un lugar muy frío. Los suplementos vitamínicos pueden aliviar los síntomas del resfriado o disminuir su duración, siempre y cuando la persona los haya estado tomando antes de enfermarse.

Además, esta vitamina a ayuda al cuerpo a eliminar los químicos que dañan las células y el ADN. Es considerada un antioxidante porque neutraliza los radicales libres en el cuerpo que son causados por la contaminación, el humo de cigarrillo, la luz del sol, la radiación o, simplemente, el hecho de transformar la comida en energía. Esta acción antioxidante podría ayudar a que varias partes del cuerpo funcionen mejor durante más tiempo, prevenir enfermedades, incluido el cáncer y el Alzheimer.

El cuerpo necesita de colágeno para varias funciones muy importantes. Las fibras de colágeno están envueltas encima de sí mismas para formar una suerte de andamios para los huesos, los cartílagos, la piel y los músculos, incluyendo los del corazón. El colágeno también se encuentra presente en los ligamentos, tendones y vasos sanguíneos. Esta proteína también es necesaria  para que la piel se regenere y que se cicatrice el tejido que ha sido lastimado, o mantener la piel libre de arrugas. La vitamina C es necesaria para la producción de colágeno.

Además, es esencial para la segregación de las hormonas que llevan las señales del cerebro a todo el cuerpo. Esto incluye a la serotonina, dopamina, epinefrina y norepinefrina. Estas hormonas afectan al humor, la memoria y nuestra reacción respecto al dolor. Por ejemplo, la serotonina juega un rol muy importante en mantener en regla al ciclo del sueño.

Por otro lado, algunos estudios han demostrado que la vitamina A no es la única encargada de mantener en buena forma a los ojos. La vitamina C cumple un papel importante en la desaceleración de la degeneración de la mácula, relacionada con la edad, aunque no previene en sí esta enfermedad. Otros estudios muestran que podría existir una relación entre la vitamina C y un bajo riesgo de desarrollar cataratas.

La vitamina C también podría ser útil en el tratamiento contra el cáncer. La dosis muy altas y administradas a través de vía intravenosa podrían desacelerar el crecimiento y disipación de células cancerígenas. Además, puede ayudar a que la quimioterapia y la radiación tengan mejores resultados. La vitamina C le ayuda a la persona a sentirse mejor y tener menos efectos colaterales. Sin embargo, también podría hacer que algunos tratamientos sean menos efectivos. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados no ha aprobado la vitamina C como tratamiento oficial contra el cáncer, así que es necesario consultar con un médico para comprobar su efectividad.

Una dieta balanceada debería proveer las cantidades necesarias de vitamina C para el organismo. Si es necesario recurrir a suplementos, no hay que olvidar que un exceso de vitamina también es perjudicial. Puede llegar a causar diarrea, náusea, vómito, acidez, dolores abdominales, dolor de cabeza e insomnio. Hay que consultar con el doctor las dosis adecuadas de los suplementos.

Fuente: Mayo Clinic