Cerebros de ancianos aún pueden dar origen a células nuevas

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El cerebro humano está compuesta por millones de células interconectadas, y contrario a la creencia popular, un nuevo estudio sugiere que, los cerebros de los adultos mayores pueden producir tantas células nuevas como los cerebros más jóvenes.

Mediante el uso de tejido cerebral de autopsias un grupo de investigadores encontró que los adultos mayores saludables tenían la misma capacidad  que tienen los jóvenes para crear nuevas células en la región del hipocampo del cerebro, una región involucrada en la regulación de la memoria y las emociones, y generalmente se reduce en las personas con la enfermedad de Alzheimer, de acuerdo con la Asociación de Alzheimer.

«Es una buena noticia que estas células estén presentes en los cerebros de los adultos mayores», dijo la investigadora principal, la Dra. Maura Boldrini, profesora asociada de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York. Eso no quiere decir que el cerebro de un hombre sano de 79 años se vea exactamente como el cerebro de un joven sano de 29 años.

Por ejemplo, dentro de las diferencias, los investigadores encontraron que los cerebros de adultos mayores tenían menos crecimiento de vasos sanguíneos. Por lo tanto, no está claro si las nuevas células cerebrales tendrían las mismas conexiones o funcionarían de la misma manera que las células cerebrales de los adultos más jóvenes, señaló el Dr. Ezriel Kornel, profesor de neurocirugía en el Weill Cornell Medical College en la ciudad de Nueva York.

Sin embargo, a pesar de no haber participado en la investigación, Kornel dijo que los hallazgos ofrecen un mensaje de esperanza. «Incluso a medida que envejecemos», dijo, «todavía tenemos la capacidad de producir nuevas neuronas».

Se necesita más investigación para comprender qué factores pueden ayudar a «estimular» una mayor producción de neuronas o una mejor conectividad en cerebros más viejos, agregó Kornel.

Su equipo examinó el tejido cerebral en autopsias de 28 personas entre las edades de 14 y 79 que habían muerto repentinamente, pero que previamente habían sido saludables. A ninguno se le había diagnosticado demencia ni ningún trastorno neurológico o psiquiátrico.

En general, el estudio encontró que tanto los cerebros más viejos como los más jóvenes tenían números similares de células progenitoras y neuronas «inmaduras», lo que indica que las personas mayores tenían una capacidad similar para generar nuevas células que en la juventud. En cuanto a las diferencias además de la ya mencionada, los cerebros más viejos también tenían un grupo más pequeño de células progenitoras en un área del hipocampo.

Sería interesante, dijo Kornel, estudiar los cerebros viejos de adultos mayores sanos y que se comparen con los de los adultos mayores que sí padecen de demencia. Boldrini estuvo de acuerdo, y dijo que ese era el siguiente paso.

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Otra investigación relacionada encontró que existe una disminución del número de neuronas en el hipocampo de las personas que murieron con la enfermedad de Alzheimer. Pero no está claro qué causa eso. «¿El cerebro de los afectados produce menos neuronas? ¿O sus neuronas murieron?» Boldrini dijo.

Al comparar cerebros viejos sanos y cerebros afectados por la demencia, los investigadores podrían obtener una mejor comprensión de por qué algunas personas permanecen lúcidas hasta la vejez, mientras que en otros la claridad va en deterioro.

En cuanto a la utilidad de dichos hallazgos, los resultados podrían llevar a nuevos tratamientos para la demencia, dijo Boldrini, si la investigación puede descubrir algunos de los mecanismos moleculares que apoyan la producción y supervivencia de neuronas en cerebros más viejos.

Además, agregó, “es importante determinar si los adultos mayores que mantienen un hipocampo de aspecto juvenil hicieron algo correcto durante su vida, ya sea dieta, ejercicio regular o meditación”.

Una serie de estudios han relacionado previamente los factores modificantes del estilo de vida con el riesgo de Alzheimer y otros tipos de demencia, según la Asociación de Alzheimer. Lo que sugiere que los mismos hábitos que mantienen sano el corazón también ayudan al cerebro: no fumar, mantener un peso y una presión arterial normales, llevar una dieta saludable y hacer ejercicio con regularidad.

Mantenerse socialmente activo e intelectualmente estimulado, ya sea tomando una clase o aprendiendo nuevas habilidades, por ejemplo, también podrían ser de ayuda para mantener el cerebro saludable.

Las enfermedades demenciales son un gran reto para la salud, sin embargo, estos estudios prometen hallazgos esperanzadores para posibles tratamientos preventivos y con suerte curativos.