En un trabajo que prácticamente no tiene pausas, el hígado descompone los alimentos, combate las infecciones y filtra ciertas sustancias de la sangre. Sin embargo, pocas personas toman las precauciones debidas para cuidarlo. Afortunadamente, hacerlo a menudo puede disminuir, detener o incluso revertir el daño hepático.

Muchas cosas causan daño hepático y tienden a empeorar con el tiempo. No importa la causa, generalmente se desarrolla de la misma manera. Primero el hígado se hincha. Luego tiene cicatrices, llamadas fibrosis. Con tratamiento, el hígado puede sanar. Pero sin eso, con el tiempo, las cicatrices se vuelven permanentes, a esto se le conoce como cirrosis, y el hígado empieza a luchar para realizar su trabajo. Al final, se desarrolla la insuficiencia hepática, que pone en peligro la vida. Significa que el hígado ha dejado de funcionar o está a punto de hacerlo.

Al principio, probablemente los problemas hepáticos serán imperceptibles. Sin embargo, a medida que empeora, puede sentir comezón en la piel y los hematomas se forman con facilidad. Los ojos y piel pueden verse amarillentos, lo que los médicos llaman ictericia. El vientre podría doler, y la persona podría perder el apetito o sentirse mal del estómago. Las piernas, tobillos y barriga también pueden hincharse.

La mayoría de la enfermedad hepática es crónica. Sucede lentamente durante años. Existen algunos casos en los cuáles se desarrolla rápido. Si bien los síntomas son los mismos, incluidos la ictericia, el dolor y el malestar estomacal, la insuficiencia hepática aguda demora solo semanas o incluso días, y puede poner en peligro la vida. Entonces, hay que consultar a un médico de inmediato cuando la persona perciba algunos síntomas.

Algunos problemas del hígado están relacionados con enfermedades y otras condiciones de salud. Otros tienen que ver con el estilo de vida, sobre el que se tiene cierto control, como cuánto bebe y cuánto lo hace.

Las tasas de enfermedad hepática han aumentado al mismo ritmo que las de obesidad. El peso extra aumenta las probabilidades de enfermedad hepática grasa no alcohólica, cuando la grasa se acumula en el hígado. La mayoría de las veces, esta condición es inofensiva. Pero para algunas personas, empeora y causa cirrosis y otros problemas.

Beber en exceso es malo para el cuerpo. El proceso del hígado de filtrar el alcohol de la sangre crea sustancias químicas nocivas. Beber demasiado alcohol durante demasiado tiempo provoca que esas sustancias químicas dañen el hígado. La primera etapa del daño hepático alcohólico, cuando se acumula grasa extra, se llama hígado graso alcohólico. Si la persona continúa bebiendo, es probable que contraiga hepatitis alcohólica, cirrosis y, finalmente, insuficiencia hepática.

Los medicamentos y suplementos útiles a veces pueden causar daño hepático agudo, incluidos algunos antibióticos, acetaminofeno y analgésicos NSAID como ibuprofeno y naproxeno. Por lo general, ocurre solo cuando toma una dosis muy alta o la mezcla con alcohol u otras drogas. Las drogas callejeras como la heroína y la cocaína también causan daño hepático. También pueden hacerlo algunos químicos usados ​​en tintorerías y fábricas.

Algunas enfermedades también pueden causar insuficiencia. La hepatitis y otros virus pueden causar daño agudo o crónico a su hígado. Las probabilidades de contraer hepatitis son mayores si se comparte agujas al usar drogas, se tiene relaciones sexuales sin protección, se tiene relaciones sexuales con mucha gente o se vive en áreas donde el agua o los alimentos no son seguros.

Evitar factores que aumentan el riesgo de desarrollar insuficiencia hepática, así como visitas regulares al médico son una buena manera de detectar el problema antes de que se vuelva grave, o incluso, evitar que suceda.