Los vegetales con moho no son lo único que tienes que deberías botar del refrigerador. A veces nos alimentamos tan mal que llenamos el refri de comida con altísimos niveles de azúcar, grasas saturadas o calorías que no aportan nada de nutrientes. Es hora de hacer un autoexamen a lo que comemos para empezar a hacer decisiones más saludables.

Empecemos por la hora del desayuno, el yogurt de frutas podría ser una bomba de azúcar. Lo mejor es leer la etiqueta y optar por una marca reducida en grasa y en azúcar. O mejor todavía, preparar un parfait con yogurt natural (y descremado) con fruta y nueces, y disfrutar de un desayuno completo rico en fibra.

¿A quién no le gusta acompañar sus comidas de un poco de salsa de tomate? parece inofensiva, pero la famosa ketchup tiene hasta 4 gramos de azúcar por cucharada y por lo tanto muchísimas calorías. Prueba cambiarla por salsa marinara, pasta de tomate o salsa de ají.

La mayonesa no es mucho mejor, pues una cucharada tiene alrededor de 110 calorías. Un número altísimo considerando que la misma cantidad de mostaza tiene aproximadamente 15 y probablemente no usarás tanto.

Tal vez notaste que con las salsas hay que poner atención, porque lo mismo sucede con los aderezos cremosos. A pesar de ser deliciosos, por lo general son altos en grasa, azúcar, sal o llenos de saborizantes artificiales. La mejor opción siempre será preparar tu propia vinagreta en casa con un poco de aceite de oliva, sal y vinagre.

Aunque no es sorpresa para nadie, en la lista se incluyen las gaseosas (y otras bebidas azucaradas como el té helado o el agua tónica). Estas bebidas no aportan casi nada de nutrientes y solo aportan calorías vacías. Te recomendamos que las sustituyas por una jarra de agua con un poco de limón y pepino para darle sabor.

Y si para el postre querías un helado, lo mejor será dejarlo pasar. Los helados, en especial los de sabores extravagantes y llenos de toppings, tienen mucho azúcar. En el internet puedes encontrar muchas recetas de postres fríos y saludables con yogurt griego como base, anímate a probarlos.

En general, es un buen hábito aprender a leer las etiquetas mientras hacemos las compras en el supermercado. Recuerda revisar su contenido en azúcar, grasa y sal. Y cuando estés por poner que sabes que no te hará bien en el coche, recuerda que si no lo compras, no caerás en la tentación y estarás agradecido en un tiempo.