A pesar de que todavía no hay acuerdo entre los expertos acerca de si podemos hablar de la existencia de una adicción a la tecnología como tal, lo cierto es que en el productos digitales a los que accedemos todos los días están cuidadosamente diseñados para mantenernos enganchados a ellos.

Que no se emplee estrictamente la palabra «adicción» en su vertiente médica, no significa que esos productos no nos generen una cierta dependencia, al contrario. De hecho, funciones como las notificaciones de las aplicaciones, la autoreproducción de contenidos e incluso los «Me gusta» y los mensajes que se autodestruyen están científicamente comprobadas que nos obligan a ver, comprobar, responder en el mismo momento o de lo contrario nos dejan una sensación de que nos estamos perdiendo algo realmente importante.

Detrás de las aplicaciones, los juegos y los medios sociales hay todo un equipo cuyo trabajo es hacer que sus productos se perciban como esenciales para nuestra vida. De manera que lo que debería ser una cuestión de simple autocontrol se vuelve algo más complicado debido a que los métodos que se emplean «secuestran» nuestro buen juicio, como señala Tristan Harris, un informático que fundó el movimiento «Time Well Spent» (Tiempo bien empleado).

Ante las críticas de que están diseñando productos adictivos, las grandes empresas tecnológicas argumentan que lo que hacen es crear productos que a la gente le encanta usar y que están constantemente tratando de mejorar la experiencia de usuario.

Dado que por parte de la industria no podemos esperar ningún tipo de medida, nos toca ponerlas a nosotros. A continuación, veamos algunas de las que podemos tomar para resistir nuestros impulsos de seguir pegados a una pantalla por culpa de las técnicas empleadas para reducir el tiempo entre nuestros pensamientos y nuestras acciones.

Enfrentarse al autoplay

La reproducción automática de contenido es más notable en Netflix y en Facebook, pero también en YouTube. Esta característica hace que, cuando un vídeo termina, se empieza a reproducir otro. En el caso de Facebook, y también de Twitter, también es que un vídeo se reproduzca sin intervención nuestra cuando descendemos por las actualizaciones de nuestros contactos.

Qué hacer

Normalmente, la reproducción automática está activada de forma predeterminada. Para desactivarla, debemos entrar en la configuración de nuestra cuenta, que es donde encontraremos la opción para hacerlo. Es importante tener en cuenta que deberemos repetir el procedimiento tanto desde la versión de escritorio como desde la aplicación móvil.

Notificaciones

Según varios estudios, las notificaciones de nuestro teléfono crean hábitos pues alinean un disparador externo (la notificación) con un disparador interno (una sensación de aburrimiento, incertidumbre, inseguridad). Se ha descubierto que ante las que nos dicen que hagamos algo, del tipo «¡Mira el nuevo vídeo de María!» o «¡Mira a quién le gustó tu publicación!», respondemos inmediatamente. Estas llamadas a la acción no solo nos interrumpen sino que causan estrés.

Qué hacer

Desactivar las notificaciones. Dependiendo del teléfono que usemos, esto se hará de una manera u otra. Por lo general, implica entrar a la sección de Configuración, donde encontraremos el apartado oportuno para ello. También deberíamos poder hacerlo desde la configuración particular de cada aplicación, pero esto dependerá de cada una.

Snapstreaks de Snapchat

Se considera como Snapstreak cuando dos usuarios se han enviado fotos durante más de tres días seguidos. Se podría pensar que la competencia es la motivación detrás de los Snapstreaks, pero es más probable que se deba a una teoría psicológica llamada la regla de la reciprocidad, que dice que los seres humanos tienen la necesidad de responder a una acción positiva con otra acción positiva. Los niños y jovenes pueden llegar a estar tan obsesionados con mantener un Snapstreak que les dan a sus amigos acceso a sus cuentas cuando no pueden mantenerlos por sí mismos (lo que en realidad es un riesgo para la privacidad). Por supuesto, las empresas explotan esta regla de la reciprocación porque más les brindan más información de sus usuarios, lo que significa más oportunidades para entenderlos y tratar de venderles cosas.

Qué hacer

Ayuda al niño o al adolescente a comprender cómo empresas como Snapchat están utilizando su deseo (positivo) de ser amables con sus amigos para conseguir que utilicen más su producto. Si sus Snapstreaks se están descontrolando, intenta con permitirle una vez al día enviar sus snaps, por ejemplo, después de que saque la basura, limpie su cuarto y/o termine sus tareas. Por último, si sus Snapstreaks son simplemente molestos y no dañinos, es posible que todo se reduzca a tener paciencia hasta que supere esta fase y descubra algo nuevo que capte su atención.

Aleatoriedad

Como no sabemos cuándo se va a actualizar nuestro feed de Facebook o Instagram, entramos a ver a cada rato si hay algo nuevo. Es más: debido a los algoritmos que utilizan, siempre lo hay. A esto se le llama «recompensas variables». Esta técnica nos mantiene buscando sin cesar nuestro «premio», como quién nos solicitó amistas, a quién le gustó nuestros mensajes y quién actualizó su estado: como nunca sabes lo que va a pasar, sigues yendo a por más.

Qué hacer

La aleatoriedad es difícil de combatir, pero si desactivamos las notificaciones será más fácil de vencer. Otra manera es imponernos la norma de solo revisar las redes sociales a horas concretas cada día. Por ejemplo, antes de cenar o al mediodía.

Compras dentro de la aplicación

Esto se ha extendido como una plaga especialmente dentro de los videojuegos. Por ejemplo, juegos gratuitos como Clash of Clans y Candy Crush nos atraen prometiendo emociones baratas y luego ofreciendo compras que nos permiten subir de nivel, comprar monedas para usar en el juego y muchas cosas más. Pero, aparte del gasto que representa, el verdadero secreto es que, cuanto más utilicemos el juego y más compras hagamos, las empresas aprenderán más sobre nosotros. Gracias a los juegos que se conectan con Facebook, también saben quiénes son nuestros amigos. Esto les permite personalizar productos específicos para nosotros y ofrecérnoslos en los momentos precisos en los que es más probable que compremos. Maligno, ¿verdad?

Qué hacer

No, no es necesario dejar de jugar, pero sí cambiar de juegos. Lo mejor es recurrir siempre a aquellos juegos que ofrezcan una versión completa y de pago. A largo plazo, no solo es que sean más baratos, sino que también son más seguros.