Las investigaciones actuales sugieren que el cáncer de ovario comienza en las trompas de Falopio y se traslada a los ovarios, los órganos gemelos que producen los óvulos de una mujer y la fuente principal de las hormonas femeninas, estrógeno y progesterona. Los tratamientos para el cáncer de ovario se han vuelto más efectivos en los últimos años, con los mejores resultados observados cuando la enfermedad se detecta temprano.

Los síntomas pueden incluir hinchazón o presión en el vientre, dolor en el abdomen o la pelvis, sentirse lleno demasiado rápido durante las comidas, u orinar con más frecuencia. Estos síntomas también podrían ser causados ​​por muchas afecciones que no necesariamente son cáncer. Sin embargo, si ocurren persistentemente por más de unas pocas semanas, es prudente acudir al doctor..

Las probabilidades de una mujer de desarrollar cáncer de ovario son más altas si un pariente cercano ha tenido cáncer de los ovarios, el seno o el colon. Los investigadores creen que los cambios genéticos hereditarios representan el 10% de los cánceres de ovario. Esto incluye las mutaciones del gen BRCA1 y BRCA2, que están relacionadas con el cáncer de mama. Las mujeres con un fuerte historial familiar deben hablar con un médico para ver si un seguimiento más cercano podría ser útil.

El factor de riesgo más fuerte para el cáncer de ovario es la edad. Es más probable que se desarrolle después de que una mujer pasa por la menopausia. El uso de la terapia hormonal posmenopáusica puede aumentar el riesgo. El vínculo parece ser más fuerte en las mujeres que toman estrógeno sin progesterona durante al menos 5 a 10 años. Los médicos no están seguros de si tomar una combinación de estrógeno y progesterona aumenta el riesgo también.

Las mujeres obesas tienen un mayor riesgo de contraer cáncer de ovario que otras mujeres. Y las tasas de mortalidad por cáncer de ovario también son mayores para las mujeres obesas, en comparación con las mujeres no obesas.

No existe una manera fácil o confiable para detectar cáncer de ovario si una mujer no tiene síntomas. Sin embargo, hay dos maneras de detectar el cáncer de ovario durante un examen ginecológico de rutina. Una es una prueba de sangre para niveles elevados de una proteína llamada CA-125. El otro es un ultrasonido de los ovarios. Desafortunadamente, ninguna técnica ha demostrado salvar vidas cuando se usa en mujeres de riesgo promedio. Por este motivo, el examen solo se recomienda para mujeres con factores de riesgo fuertes.

Las pruebas de imagen, como las ecografías o las tomografías computarizadas pueden ayudar a revelar si existe una masa en los ovarios. Pero estos escaneos no pueden determinar si la anormalidad es cáncer. Si se sospecha cáncer, el siguiente paso suele ser la cirugía para extirpar los tejidos sospechosos. Luego se envía una muestra al laboratorio para un examen más detallado. Este procedimiento se conoce como biopsia.

Las mujeres que tienen hijos biológicos tienen menos probabilidades de contraer cáncer de ovario que las mujeres que nunca han dado a luz. El riesgo parece disminuir con cada embarazo, y la lactancia materna puede ofrecer una protección adicional.