Tu cuerpo atraviesa por mucho estrés cuando viajas en avión

Los viajes internacionales pueden representar serios riesgos para la salud, dependiendo de la persona y del tipo de viaje. Los cambios repentinos de altitud, humedad, microbios y temperatura pueden causar enfermedades.

Para empezar, cuando el avión está en pleno vuelo, la presión dentro de la cabina es menor que la presión del aire a nivel del mar. Como consecuencia, la sangre recibe menor cantidad de oxígeno, y los gases contenidos dentro del cuerpo tienden a expandirse. Sin embargo, los efectos de la baja presión de aire, normalmente, son bien tolerados por los pasajeros.

Cabe recalcar que algunos pacientes con ciertas condiciones médicas, particularmente problemas del corazón, de los pulmones, o desórdenes en la sangre, puede que no toleren bien el bajo nivel de oxígeno.

La conocida sensación de tener el “oído tapado” se da por la expansión de los gases al estar volando. Sucede especialmente mientras el avión se encuentra ascendiendo. Durante este tiempo, el aire escapa del oído medio y de los senos nasales. Tragar, bostezar o masticar chicle, normalmente, alivian esta sensación. Las personas con infecciones del oído, nariz o senos nasales deben abstenerse de volar, ya que el dolor puede resultar insoportable.

Por otro lado, la humedad dentro de las cabinas es baja, frecuentemente es menor al 20%. La humedad en condiciones normales es de 30%. La baja humedad causa piel seca y molestias en los ojos, boca y nariz, aunque no es en sí un riesgo para la salud. Según la OMS, no existe evidencia concreta que demuestre que la baja humedad causa deshidratación interna, así que no es necesario tomar más líquidos de lo usual.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que las aerolíneas tienen el derecho a rehusarse a llevar pasajeros que presenten condiciones de salud que puedan empeorar durante el viaje. Además, viajar en avión está contraindicado en algunos casos. No se recomienda para niños menores de 48 horas de nacido, para mujeres embarazadas a partir de la semana 36 de gestación, para personas que sufran de angina de pecho, presión intracraneal elevada, infarto reciente de miocardio, derrame cerebral, o personas que hayan sido operadas recientemente del abdomen o del sistema gastrointestinal.

Otro factor que puede causar enfermedades durante los viajes largos en avión es la inmovilidad. La contracción de los músculos es fundamental para que la sangre siga fluyendo. Cuando esto no sucede, especialmente si se está sentado, la inmovilidad prolongada puede llevar a una acumulación de sangre en las piernas, causando inflamación, rigidez, y malestar. En casos graves, pasar sentado durante mucho tiempo puede causar el desarrollo de un coágulo en una vena profunda. Esta enfermedad se conoce como “trombosis de vena profunda”.

De acuerdo a un estudio conducido por la OMS, el riesgo de sufrir una trombosis aumenta de 2 a 3 veces en los vuelos de larga distancia, con una duración mayor a 4 horas. El riesgo también aumenta cuando se toman varios vuelos en un corto periodo de tiempo. Las estadísticas indican que 1 pasajero de cada 6000 sufrirá de una trombosis de vena profunda.