Científicos reportaron que una extraña proteína corre por las venas de las mujeres embarazadas y nadie está seguro con qué finalidad. Normalmente los genes que se encuentran en nuestro ADN (alrededor de 20.000), tienen información para generar diversas proteínas, entonces, ¿de dónde proviene esta proteína extraña?.

Lo que hace a esta proteína, llamada Hemo, tan inusual es que no fue fabricada por la madre. En cambio, ésta fue fabricada en su feto y en la placenta, por un gen que originalmente proviene de un virus que infectó a los mamíferos ancestrales hace más de 100 millones de años.

Hemo no es la única proteína con éste origen ajeno y forastero. Nuestro ADN contiene alrededor de 100.000 pedazos de ADN viral, que en conjunto constituye el 8% de todo el genoma humano. Los científicos están sólo empezando a descubrir si este ADN viral repercute en nosotros.

Aris Katzourakis, virólogo de la Universidad de Oxford y sus colegas, recientemente publicaron en una revista médica llamada Tendencias en Microbiología, que exploraron la posibilidad de que los genes virales que producen proteínas como Hemo, afectan a nuestra salud en una variedad de formas inesperadas.

Algunos de nuestros virus más antiguos podrían estar protegiéndonos de enfermedades, pero otros podrían estar aumentando el riesgo de padecer cáncer, entre otras condiciones. “No se trata de algo simple como si son bueno o malos, es bastante más complicado que eso”, dijo Katzourakis, “estamos apenas comenzando a investigarlos”, añadió.

La mayor parte de nuestro ADN viral viene de una familia de virus en particular, llamada retrovirus, grupo que incluye al VIH. Un retrovirus tiene la capacidad de invadir a la célula huésped e insertarse en su ADN. Estos logran utilizar la maquinaria celular ajena para formar nuevos virus que escapan y continúan infectando a más y más células.

Si un retrovirus logra infectar a un óvulo o un espermatozoide, su ADN podría potencialmente ser pasado de generación en generación sucesivamente. Ya que éstos son “heredados”, los científicos los denominan retrovirus endógenos.

En un inicio los retrovirus secuestran a la célula para hacer más retrovirus, pero pasadas algunas generaciones, el ADN viral muta y los retrovirus endógenos pierden su habilidad infecciosa. Aún así, hay veces que pueden seguir produciendo sus proteínas e incluso forzar a las células para que copien su ADN.

Así como hemos creado defensas en contra de los virus vivos, el cuerpo también ha desarrollado defensas en contra de los retrovirus endógenos, cubriendo su ADN para suprimir los genes virales. Aunque alguno retrovirus endógenos parecen protegernos de otros virus y otros incluso cumplir roles fundamentales en la evolución.

Imagen de un bebé por nacer

Algunas proteínas virales son importantes para la reproducción. La placenta las produce, y están encargadas de pasos tan fundamentales, que sin ellas no habría desarrollo fetal. “Mi especulación es que, sin estas proteínas virales, la evolución de los mamíferos hubiera sido muy distinta”, dice el Dr. John M. Coffin, virólogo de la Universidad de Tufts.

Hace 5 años, la bióloga francesa, Odile Heidmann y sus colegas, encontraron por primera vez a Hemo y se sorprendieron al encontrar que existen múltiples versiones de la misma proteína en muchas otras especies. Entre los primates, el gen que genera esta proteína no ha cambiado a través del tiempo, lo que denota su importancia evolutiva.

“No es solo una reliquia”, dice Heidmann, esta proteína debe tener un trabajo muy importante que hacer. Tanto la placenta como el embrión en etapas temprana producen Hemo, solo que los investigadores aún no logran descifrar el por qué y para qué.

“Es una proteína muy, muy vieja, así que algo tiene que hacer” dice la Dra. Heidmann. Es posible que Hemo sea un mensaje del feto a la madre, para que el sistema inmune materno no lo ataque. Pero también existen otras posibilidades.

Otras teorías postulan que el desarrollo embrionario también depende de los virus endógenos y que sin ellos no sería posible la diferenciación de las células a diferentes tejidos. Aunque existen también la posibilidad que haya sido un mecanismo del virus para asegurar su presencia en todo el cuerpo.

La genética y la interacción de todas sus moléculas continúa siendo un enigma y cada hallazgo lleva a un sinnúmero de nuevas y fascinantes rutas por descubrir.

Fuente: NYTimes