¿Se podrían usar las características de un virus con otro objetivo? Científicos investigan la posibilidad de aprovechar el “modus operandi” del virus Zika para combatir tumores cerebrales en los adultos.

En los últimos 2 años hemos oído hablar mucho del virus del Zika. Un brote epidémico en América del Sur, evidenció graves secuelas en bebés de madres que tuvieron contacto con el virus durante el embarazo. Secuelas que principalmente afectan el desarrollo cerebral embrionario, dando como resultado bebés con microcefalia (cabeza de tamaño muy inferior a sus pares) y problemas neurológicos asociados.

El virus del Zika tiene esta capacidad ya que, a diferencia de la mayoría de microorganismos, puede atravesar la barrera entre la sangre y el cerebro. Ahí, infecta y mata a las células madre cerebrales, generando efectos directos y severos en el cerebro en desarrollo. Dicha habilidad, podría ser útil para tratar tumores cerebrales mortales, muchos de los cuales se originan después de una mutación en las células madre.

El investigador Jeremy Rich de la Universidad de California, junto con su equipo, han probado el virus del Zika en células de glioblastoma cultivadas en laboratorio. El glioblastoma es el tipo más frecuente de cáncer cerebral y uno de los más difíciles de tratar. Incluso después de cirugía y otros tratamientos, mata a las personas que lo padecen, un año tras el diagnóstico.

El equipo de investigadores encontró que al exponer las muestras de tumores humano de glioblastoma al virus del Zika, éste destruyó las células madre. Las células madre mutadas que originan el tumor son las responsables de las muertes, ya que se vuelven resistentes al tratamiento.

Un dato sumamente importante de sus resultados, es que cuando expusieron a células cerebrales humanas de adulto sin cáncer, el virus no infectó el tejido ni afectó su integridad. Lo que podría explicar porque la infección con el virus del Zika en adultos, la mayoría de veces, pasa desapercibida y rara vez causa una afección de salud grave.

Después de su investigación en células, el grupo de investigadores probó el virus en ratones con glioblastoma. Normalmente estos ratones mueren tras un mes, los infectados con Zika vivieron más tiempo, con 4 de 9 vivos todavía tras dos meses. Es imposible predecir como se traduce esta información a humanos, ya que la infección afecta diferente a los ratones, agrega Rich.

Los investigadores no tienen ningún plan de probar el virus en personas con cáncer cerebral, por la preocupación de que exista un contagio a mujeres embarazadas. Recordemos que el mosquito que lo transmite ya se ha identificado en la mayor parte de países del continente americano, y que también puede transmitirse sexualmente. El plan es lograr modificar genéticamente al virus para hacerlo seguro y a su vez una opción terapéutica contra el cáncer cerebral.

Otro grupo de investigadores en la Universidad de Cambridge en Reino Unido, dirigidos por Harry Bulstrode, si están considerando la opción de utilizar el virus sin modificaciones en personas con tumores cerebrales.

La epidemia en América del Sur ha demostrado que la infección en adultos es leve, haciéndola segura para cualquier persona que no está embarazada, comenta Bulstrode. Además afirma que la transmisión del virus en el Reino Unido es muy improbable, ya que el mosquito no sobrevive en las condiciones climáticas del país y las personas con glioblastoma tienen más de 50 años, por lo que el riesgo de una transmisión sexual a una mujer en edad reproductiva es relativamente bajo.

Aunque el virus probablemente no alargue mucho las vidas de las personas afectadas, la pequeña posibilidad de tener beneficios, hace que valga la pena la investigación, comenta Bulstrode.  “Esta es un área de necesidad extrema, estamos hablando de una enfermedad invariablemente fatal. Si mejora la supervivencia aunque sea poco, ya sería un gran avance” agregó.

Aún hay mucho por investigar, pero sin duda los microorganismos continúan siendo una gran fuente de información para el entendimiento de sus brillantes mecanismos de acción, y su posible utilización en pro de la humanidad.

Fuente: New Scientist