Las proteínas ayudan a reparar y reconstruir el tejido corporal. Una dieta balanceada debe incluir entre el 10 y 35% de proteína, estamos hablando más o menos de 50 gramos diarios para una mujer y 60 gramos para un hombre. La proteína se encuentra en alimentos como la carne de vaca o de cerdo, el pollo, pescado, el huevo y algunas legumbres. Esta biomolécula también podría ayudar con el control de peso, pues al consumir alimentos altos en proteínas las personas se sienten más satisfechas que si comiesen carbohidratos. Es por esto que surgen las famosas dietas altas en proteína.

Las dietas altas en proteína prometen el cuerpo de tus sueños sin dejar a un lado las carnes rojas, hamburguesas, tu queso favorito e incluso el tocino. Suena demasiado bueno para ser cierto, ¿verdad? En realidad muchas personas cuentan sobre sus buenas experiencias con este tipo de alimentación, pero si algo suena demasiado bueno para ser cierto es porque tal vez no todo es color de rosa. Esto es lo que tienes que saber sobre esta dieta si estás pensando aventurarte en este camino.

La alta ingesta de proteína por lo general va de la mano con saltarse carbohidratos como cereales y granos, o al menos reducirlos radicalmente. También se reduce el consumo natural de fibra y disminuye las porciones de frutas y vegetales.

¿Cómo funciona entonces? Si no consumes carbohidratos, notarás los resultados de manera rápida. Cuando los borras de tu dieta, tu cuerpo empieza a eliminar agua y además, al no tener energía inmediata de los carbohidratos, la conseguirá quemando la grasa de tu cuerpo. Suena como un sueño, pero esta pérdida de agua repentina te hará sentir más hambriento y podrías tener incluso dolores de cabeza, irritabilidad y un poco de náusea.

Para la mayoría de las personas sanas, una dieta alta en proteínas generalmente no es dañina, si se la lleva a cabo por un corto tiempo. Nos ayudan a sentirnos más llenos y evitan que comamos en exceso. Sin embargo debe ser controlada.

El problema es cuando se la lleva por largos periodos de tiempo. Algunas dietas altas en proteínas restringen tanto los carbohidratos (y por lo tanto la fibra) que podrían dar lugar a deficiencias nutricionales o problemas como mal aliento y estreñimiento. También, el consumo excesivo de carne roja y productos lácteos completos podría aumentar el riesgo de sufrir enfermedad cardíaca. Y finalmente, resulta que nuestro cuerpo no puede almacenar proteína en exceso y podría tener problemas eliminando todos los desechos del metabolismo, de ser así estarías potencialmente empeorando la función renal de tu cuerpo y sería más vulnerable a una deficiencia.

Esto tampoco quiere decir que debes olvidarte de la proteína para siempre. Una cantidad insuficiente de proteína puede llevar a la desnutrición, que puede dar lugar a pérdida extrema del peso, fatiga, o diarrea.

Si te decidiste empezar por esta dieta, escoge un programa que incluya vegetales y carbohidratos altos en fibra. De ser posible, una dieta que no corte completamente algunos nutrientes que necesitas. Aprende además a escoger sabiamente de dónde viene la proteína y evite las carnes procesadas.Te recomendamos que consultes con un doctor antes de empezar con este tipo de alimentación, especialmente si tienes una enfermedad de riñón, diabetes u otra condición de salud crónica.